dilluns, 31 de desembre del 2012

Convivencia

Mi buen amigo @AugustMarovan me mandó hace unas semanas este cuento. Se llama "Tú y yo" y está dedicado a su pareja actual y, tras leerlo, creo que no hará falta añadir nada más. Disfrutadlo.


Tú y yo

Sueño con tu pecho. Me imagino compartiendo cama contigo, en un domingo cualquiera. Hacer el amor a la una y después, ir a comer con tus padres. Acariciar la cabeza de tu perro. Besar la mejilla de tu prima, la insoportable. Enseñar a jugar a póker a tus sobrinos, un sábado, antes del partido. Escuchar atentamente la historia que cuenta por enésima vez tu abuela. Discutir de política con tu padre y dejarse ganar. Ir al cine un domingo. Besarte los labios. Cogerte la mano ante tu familia, aunque sé que te incomoda. Escuchar canciones juntos. Que te gusten las mías y que me descubras algunas nuevas. Que mis gatas se acostumbren a ti.

Olvidarme cosas en tu casa. Y tú en la mía. Que nos riamos por chorradas. Estar en total y absoluto desacuerdo en algo. Hacer el amor a los diez minutos. Ver juntos una de esas comedias románticas que tanto te gustan. Luego ver una de Chuck Norris y comparar. Reconocer que lo tuyo tiene más mérito.

Despertarse. Verte durmiendo a mi lado. Sonreir. Y seguir así toda mi vida. 



dimarts, 10 de juliol del 2012

Encuentro fugaz

En los últimos tiempos he recibido (en el mail de La Sonrisa en Diagonal - ziggy@wannadoo.es) algunos correos con relatos para ser difundidos en este blog. Entre ellos destacó este de una chica, Jana Moravia, quien tiene una visión muy peculiar de lo que es un encuentro esporádico y sensual. Disfrutadlo.


Los Pájaros


Desde el cielo anaranjado de Oddity, los pájaros ven desde las alturas cómo tu mirada es lasciva y penetrante. Ven cómo te acercas a mí con descaro, cómo invades mi espacio personal como si lo hubieses hecho toda la vida. También escuchan cómo me dices tu nombre y yo el mío. Cómo nos abrazamos y nos besamos, cómo nos alejamos, cogidos de la mano.

Nos siguen, y ven que salimos del parque y que caminamos por la avenida del “Encuentro inesperado”. Nos los encontramos también en la puerta del hotel y les escuchamos revolotear, impacientes, preguntándose cual debe ser nuestra habitación. Les da tiempo de ver cómo nos besamos ante el ascensor, cómo nos abrazamos y cómo te susurro algo al oído que te hace sonreír, antes de que se cierren las puertas.

Se pierden cómo, al cerrarse las puertas, desatamos nuestra pasión incontroladamente y cómo nos recomponemos la ropa algunos segundos después, al volver a abrirse estas. Los pájaros tampoco pueden ver cómo corremos hacia la habitación, cómo abro la puerta con torpeza y cómo nos desnudamos mutuamente.

Nos hallan finalmente cuando ya estás haciendo deliciosas maldades en mi entrepierna. Se posan en la ventana y contemplan cómo nos colocamos encima del otro y cómo cambiamos de posición hasta que ambos aullamos de pasión y nos abrazamos, sudorosos, en la cama.

Nos ven a través del cristal como una masa indefinida de carne sudorosa y ardiente, unida por un placer momentáneo y fugaz. Nos miran y no son capaces de ver quien es el macho y quien es la hembra. Pero… ¿eres tú capaz de adivinarlo?

dijous, 28 de juny del 2012

La Luna del Verano

Fascinado por los tuits de @Lunazul_76, me decidí a preguntarle si le gustaba escribir y si querría hacerlo para La Sonrisa en Diagonal, este blog siempre deseoso de la literatura de otras plumas. Agradable fue mi sorpresa cuando descubrí que esta tuitera ilustre tenía ya un blog literario, Monólogos de la Luna, que como mucho otros guarda sus pensamientos en un conjunto de letras sugerentes como el que os presentamos a continuación. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.


Puta Vida... Pura Vida

Llegas a cansarme tanto a veces que si pudiera te daba la patada o me la daba a mí misma. Treinta y seis años voy  a cumplir en unos días, treinta y seis, y desde poco antes de los cuatro tengo recuerdos de lo hija de puta que has sido y eres. Y si compartiera la memoria de mis células, recordaría que en el mismo momento de mi fecundación me tuviste que joder, aunque no hace falta memoria viendo los resultados.

¿Tan poco crees que voy a vivir que me tienes que juntar la mierda de tres vidas en estos años? Podría desgranar todo lo que me has hecho tragar en un libro y acabarían juzgándome por genocidio al provocar el mayor suicidio colectivo de la historia. Nunca te sientes satisfecha. No hay suficientes lágrimas para llenar tus ansias de dolor. Perra.

Intentando entenderte, intentando no sentirme humillada, atacada, reducida a polvo me dediqué a investigar tus orígenes desde la primera alga azul hasta el último mono (es decir, nosotros mismos). De ahí sólo conseguí sacar en claro que tú sentido del humor es altamente retorcido, tanto que se pasa de mala broma. Y si algo ya no te hace gracia, cambias las normas a tu antojo, ¿no te han dicho nunca que tú sólo eres producto de un mal experimento galáctico? Zorra.

Como no conseguí nada investigando tu historia, me centré en cómo unos monos con un cráneo más grande te veían. Religiones, filosofías y psicologías después llegué a la conclusión de que somos poco menos que gilipollas tratando de entender a una psicópata bipolar como tú. Tú no actúas siguiendo un patrón de destino, ni te mueve la energía de mi mente (cuanto más amor, más cosas buenas), ni siquiera eres una versión deforme de mi mente enferma. Tú te ríes de estos estúpidos simios en su cara cuando nos ves rezar, cruzar los dedos o simplemente navegar en mundos imaginarios. Puta.

He llegado a la conclusión de que tienes tus propios conejillos de indias donde pruebas todas las perrerías que se te pasan por las ínsulas, simplemente porque te divierte ver los resultados, una especie de perro de Paulov. Sin embargo, guarra, se te olvida que no todos somos iguales, te lo tienes tan creído que olvidas comprobar una serie de variables, como la fortaleza y las putas ganas de seguir viva que tengo. Si no conseguiste hundir mi morro en la mierda hasta asfixiarme desde que tengo uso de razón hasta ahora, olvídate que yo ya no me largo.

Acostúmbrate a ver esta cara que no va a dejar de mirarte de frente, hazte a la idea de que vas a tener que aguantarme mucho tiempo, cabrona, porque pienso cobrarme todo el daño que me has hecho exprimiéndote hasta que me devuelvas la alegría que me robaste...

dimarts, 20 de març del 2012

Perderla para siempre

Hoy contamos con un texto especial, un poco más largo de lo que es habitual en este blog, de una joven escritora que podéis seguir en Twitter en @15desi15. Ella lo ha titulado "Nuestra Esencia", espero que os guste.


“Todo empezó una mañana de septiembre. Aquel día mi despertador sonó a las siete y media por primera vez después de un largo verano. Me levanté con la sensación de que un nuevo mundo me abriría las puertas. Así pues, di un salto alegre de la cama, me puse los pantalones que Carla me había planchado y la primera camiseta que encontré en el limpio y ordenado armario. Después de haberme vestido me miré en el espejo, tenía un aspecto normal. Mi pelo rubio y liso seguía en su sitio y mis ojos azules, a pesar de verse un poco enrojecidos por el cansancio, tenían buen aspecto. Me dirigí hacia la cocina, me bebí el café ya preparado y me dispuse a salir a la calle.

Después de cuatro años en la facultad de derecho por fin empezaba a trabajar en un despacho de abogados. Mi nuevo lugar de trabajo se encontraba en un prestigioso edificio en el centro de Barcelona. Era lo que siempre había querido, trabajaría en un lugar con clase, cuyas personas la tendrían también. Por fin mis esfuerzos darían sus frutos. Clase, dinero y quien sabe si algún día una prestigiosa fama.

La jornada laboral fue gratificante. Conocí a muchas personas interesantes, entre ellas a Miriam, una chica esbelta, de pelo rojo y ojos claros. Miriam tenía todo lo que mi memoria me dejaba recordar del ideal de chica que me hice años atrás, obviamente antes de conocer a la dulce Carla. La chica era abogada y también era su primer día en la empresa, la verdad es que congeniamos bastante bien, teníamos gustos parecidos. Y lo que yo creía más importante hasta ahora, ambiciones de futuro parecidas.

A medida que la charla iba subiendo de nivel, llegó la pregunta que a todo ser humano nos viene a la cabeza des del primer momento y que no nos atrevemos a hacer. ¿Tienes pareja? De una manera inexplicable empecé a ponerme nervioso y le dije que NO. Una palabra que retumbó por todo mi interior y creo que por todo el despacho también, al menos esa fue la sensación que me dio.

No se cómo fui capaz de pronunciar tal respuesta, de negar a la persona que sostenía mi vida. En aquel momento el significado de mi respuesta fue superfluo para mi, hasta que le hice la misma pregunta. ¿Y tu?

La chica sonrió mientras asentía con la cabeza. De un modo casi seguido empezó a hablar de su maravillosa vida con el cirujano que operó a su madre.

Aquel día no pude mirar a Carla a la cara. De hecho, aparenté estar cansado y me fui directo a la cama, sin articular sonido alguno. A partir de ese día mi actitud hacia mi novia cambió y todo lo relacionado con mi forma de ser también. Empecé a ser más observador con las chicas del trabajo, hasta que un día, hablando con una clienta cuyo divorcio estaba tramitando, llegué a tener una conversación tan profunda hasta el punto en el que llegamos a acordar una cita para aquella misma noche. Esa tarde, le dije a Carla que había quedado con un cliente para cenar y hablar de unos tramites, de hecho no era del todo mentira. Carla asintió con la cabeza y ya no me volvió a mirar. Aquel día no me encontré ningún pantalón planchado, y, de hecho, me costó el doble escoger la camisa que me pondría. Aquel día me puse colonia y peiné mi pelo con gomina para que tuviera más volumen.

Quedé con esa mujer en un restaurante, cuya decoración era bastante ostentosa. Raquel era una mujer alta y rubia, con una preciosa figura, pero, de una manera paulatina, me empecé a dar cuenta que ni el exceso de maquillaje la hacía más guapa y encantadora que Carla. Aquella mujer me contó a que se dedicaba y el gran patrimonio que conseguiría con su divorcio. En sus palabras se percibía ambición. De hecho, es lo único que pude percibir por que no le presté demasiada atención, ni a su sonrisa, ni a sus exuberantes curvas, ni a sus verdes ojos. En este momento todo me parecía superfluo, hasta que me besó. No describiré ese beso detalladamente por el respeto que le debo a Carla, o quizá es por qué puede que de lo poco que me gustó ya ni mi acuerde.

Llegué abatido a casa, con ganas de abrazar a Carla. La encontré de morros en el sofá, era como si lo supiese todo. Me acerqué a ella y le dije la típica frase. “Perdóname no eres tu, soy yo” seguida de un te quiero.

De repente, vi como de sus ojos brotaba una sonrisa, que se deslizó por su rostro y, sin apenas dibujar un rabillo, se detuvo en el ángulo derecho de la boca. Un minuto después, se dedicó a contestarme de una manera despreciablemente serena.

- Basta! Se acabó, yo te quiero ¡Y mucho! Pero... ¿Crees que soy idiota? ¿Crees que no te conozco lo suficiente cómo para percibir que aquí estaba sucediendo algo extraño? Durante estos meses he percibido tu peste a colonia a kilómetros de mí. Sabía que algo pasaba, pero preferí esperar a que te dieras cuenta de lo mucho que me quieres. Sabía que había amor en tu interior, pero que tu absurda ambición te había cegado. Esperaba que recordaras nuestra historia. No eres mejor ahora que antes, simplemente te has vuelto más egocéntrico. Desde el principio sabías lo que cada uno podía aportar bueno o malo en esta relación. Hasta que te has olvidado de lo más importante, me quieres. Por tu culpa me he marchitado paulatinamente, mis pétalos han ido cayendo uno a uno. Pero ya va siendo hora de que yo también florezca. Tal vez creías que merecías algo mejor y que yo era poca cosa para ti, pero no es así, tu manera de subestimarme me ha hecho abrir los ojos. No eres tú, soy yo quien me merezco algo mejor. Ahora me veo capacitada de conocer a una persona digna de mí.

Y así fue como perdí al amor de mi vida.”

divendres, 2 de març del 2012

Esa Cuba querida

Esta semana en La Sonrisa en Diagonal hemos decidido apostar por @Osmin_LE un amigo twittero amante de la poesía, que en su blog regala escritos llenos de intimidad, recuerdos y fascinación por su Cuba natal. Este en concreto se llama “Por el mar de las Antillas...”, título que viene de una frase de un poema de Nicolás Guillén. Espero que os guste.



“Por el mar de las Antillas..” 


La llave del Golfo, descubierta en 1492. Escenario de naturaleza verde, 
aguas cristalinas acariciadas en su lado sur por el mar Caribe. 
"Caribes" que llegaban, cual depredadores en embarcaciones rudimentales 
y saqueaban los pacíficos aborígenes habitantes de sus costas. 
Costas que fueron testigos de encuentro de cultura hecha de pólvora, espada y dolor. 
Dolor en las bodegas de las naves que entraban día y noche en sus puertos, 
cargadas de adoradores paganos, pieles negras, brazos fuertes. 
Convertidos en espaldas dobladas entre tabaco 
y cañas importadas desde la tierra de los maharajas. 
Aromas de bebidas de bucaneros, 
se hacen dueños de la noche y de los hijos de la madre patria. 
La Isla abre sus piernas y se deja poseer por criollos que pierden el acento, 
deja que su desnudez sea vista por ojos rasgados y soñadores de dragones. 
Baila al compás del tambor y la guitarra, mezcla rumba con vestidos franceses. 
Ella dará a luz, de sus entrañas salen ritmos, 
rebeldes, pies desnudos y sin deseos de una jaula. 
Cimarrones modernos, barbas largas que no quieren ser títeres 
de imitadores del rey Midas, se reunen y rompen el yugo. 
Igualdad anhelada, sueños que se vuelven realidades, 
realidades que se vuelven sueños, sueños que cayeron 
en el olvido de unos papeles sombríos.

La Isla ha cerrado sus piernas, cruzada de brazos espera.
La Isla ríe en la lluvia y en voz baja canta y sueña.
La Isla es ahora una jaula, de ella misma prisionera.

Y recordad, si queréis que os publique alguno de vuestros textos podéis hacerlo en ziggy@wanadoo.es

dijous, 23 de febrer del 2012

El placer de escribir

Bienvenidos, bienvenidas, a este mi nuevo blog, uno que está dedicado exclusivamente al placer de escribir. Aquí no se va a hacer apología del buen escribir, ni de la literatura más excelsa, sino de aquella en la que, simplemente, se disfruta escribiendo relatos cortos o historias cortas por capítulos. A diferencia del resto de Sonrisas que me gusta repartir por el mundo, este blog he decidido abrirlo a otra gente, aquellos quienes decidáis mandarme vuestros relatos a este email.

Antes que nada, quiero aclarar que por supuesto me guardo el derecho de publicar los textos que reciba. La decisión será exclusivamente mía y, como os podéis imaginar, no aceptaré presiones, aunque quizá sí algún soborno hehe. En fin, os dejo con el primer texto, de mi amiga twittera Nevenka Warning. Espero que os guste. No olvidéis dejar algún comentario tanto si os gusta como si no y, después de leerlo, un pequeño reto, buscad qué significa el título del relato, en argot carcelario. Todo adquiere un sentido, así:  

Membrillo

Mentalmente repasa el guión que le acercará al hombre que lleva vigilando más de un mes. Treinta días, uno detrás de otro, para saber hasta el mínimo detalle de alguien a quien, en circunstancias normales, jamás habría conocido. Desde la esquina de la barra, él hace rato que la sigue con la mirada. Su melena castaña trenzada de forma desordenada, su ropa negra totalmente ceñida y unos tacones excesivamente altos la hacen merecedora de cualquier mirada masculina, sobre todo solitaria. Cuando se acerca, ella se convierte en una mujer irascible, dolida por una cita suspendida sin previo aviso y, a pesar de que su realidad es la de una mujer obligadamente sola, la impostura resulta creíble. Hablan, beben y se divierten y, a través de pequeños detalles, ella confirma que no se equivoca de persona. Antes de abandonar el local en busca de tranquilidad, ella se refugia en el lavabo con el tiempo justo para vomitar y, posteriormente, borrar cualquier resquicio de náusea, maquillándose de nuevo.

El paseo dura menos de media hora, primero en coche y más tarde a pie, y finaliza en la playa, junto al espigón, zona a la que se accede tras abrir la valla que prohíbe el paso.  La claridad de la noche les refleja junto al mar, él detrás de ella, abrazándola por la cintura mientras le besa el cuello. Ante esa sensación, que le anuda el estómago, recuerda que no le queda nada que vomitar, y se ve a sí misma hace seis meses, reprimiendo el mismo asco, soportando el peso árido del paso del tiempo que la acerca a la venganza, vendiéndose en cuerpo y alma para conocer un nombre: el del hombre que ahora la abraza con fuerza. De espaldas a una ciudad que se deja acariciar por el mar, siente como nunca la seguridad que le regala una firmeza de la que él carece, a causa del alcohol ingerido. Sin perder tiempo se gira hacia él rodeando sus caderas con sus manos. 

Lo empuja con fuerza, obligándole a mantener su espalda junto a las rocas. Poco a poco, ambos se dejan caer sobre sí mismos, sabiendo ella que se acerca el final. Por eso, el miedo deja paso al ansia de consumar el plan, sin importar el coste que ello suponga. Se deja desnudar mientras siente sus manos frías sobre sus pechos, que responden endureciéndose de forma involuntaria Consciente del poco tiempo que queda, le deja hacer. Permite que su boca inunde su piel con una mezcla de saliva y alcohol, que sus manos la atraigan, la sienten con las piernas abiertas sobre él y la hagan gemir, aún semidesnuda, en lo que se supone la antesala de una noche de sexo agotador. 


En ese momento ella se acerca a su oído y, casi susurrando, le repite el nombre de alguien que ninguno de los dos olvidará. Ella porque es el hombre que ama, él porque es a quien delató, junto a los otros  miembros de su banda a  los que la policía seguía la pista, tras seis atracos, sin obtener ningún resultado. Él no es capaz de reaccionar, el alcohol ralentiza sus reflejos, y su intento de levantarse y huir se transforma en una cómica escapada hacia el borde del espigón. En ese momento ella no tiene más que empujarlo con todas sus fuerzas hacia el lugar donde el mar rompe con más fuerza. 

Apenas lo piensa, es un empujón breve y seco que transforma el cuerpo de él en un títere mientras cae; el tiempo suficiente para darse cuenta de que, tras seis años, el pasado regresa para ajustar cuentas. Se viste con rapidez, y echa a andar sin importarle lo que deja tras de sí. Mientras  recorre la ciudad, aprovecha para abandonar discretamente la peluca y parte del atuendo utilizado la noche anterior. A casi cien kilómetros de ella, el reparto de correo en el centro es, como siempre, puntual. Una vez en la celda, el interno abre el sobre con el mismo nerviosismo cada vez que recibe una carta de la mujer que ama. En su interior, un folio con sólo unas palabras: “Cuando recibas esta carta, te habré hecho un poco más libre.”