divendres, 1 de març del 2013

El Muro Blanco

Mi buen amigo August Marovan ha vuelto a sorprenderme con un relato interesante, como la mayoría de los que escribe. Este se llama "El Muro Blanco". Espero que os guste.

El Muro Blanco


Me despierto en un lugar desconocido. Estoy al borde de un enorme precipicio. No veo su fin. Debe tener centenares de metros de profundidad. Retrocedo por instinto y mi espalda topa contra algo. Me giro y tras de mi veo un infinito muro blanco. Miro a ambos lados y no veo más que el muro y el precipicio. Debe de haber un par de metros entre ambos. Tras pensarlo un rato, decido caminar para ver si el muro tiene algún tipo de apertura. Camino durante un buen rato, quizá media hora, aunque me da la sensación que han sido tres horas largas. El paisaje no ha variado en absoluto. El muro y el precipicio a la derecha, el muro y el precipicio a la izquierda, aunque hay algo que ha cambiado y no sé decir con certeza lo que es. Sé que estoy aquí por alguna razón, ¿pero cual? 

El suelo que piso, hecho de piedra carbónica, mancha mis zapatos con un oscuro polvo. Camino un rato más y pronto me doy cuenta de que el camino se estrecha a medida que avanzo. Decido regresar y pronto me horrorizo al darme cuenta que el camino no se estrecha, sino que el muro se va acercando muy lentamente al precipicio. Me pongo nervioso y no sé qué hacer. Golpeo el muro blanco, pero mis golpes no surten ningún efecto. A medida que pasan los minutos mi desesperación va en aumento. El muro blanco se acerca y se acerca y soy incapaz de detenerlo. Es imposible escalarlo, romperlo o atravesarlo de ningún modo. .Le lanzo piedras negras del suelo, que manchan la pared con puntos y rayas negras, provocados por el impacto. Intento cavar por debajo de él, pero el muro continúa por debajo de la tierra. Igual que el precipicio, parece no tener fin. Finalmente me rindo y espero mi caída, que es inminente. Cuando no me queda más espacio espero, me quedo colgando, agarrándome al borde con mis manos. Tengo la esperanza de que el muro se detendrá, que retrocederá, que voy a salvar mi vida y… 

Caigo. Caigo al abismo gritando y espero mi muerte. Me despierta mi mujer, asustada. “Has tenido una pesadilla, cariño” me dice. Me levanto, me lavo la cara y me siento ante el ordenador. Me lamento al ver que está como lo dejé anoche, con un archivo de texto abierto, vacío, preparado para acoger la novela que debo entregar mañana a primera hora, y de la que todavía no he escrito ni una sola línea. 


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada

Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.